Cómo acondicionar tu espacio para hacer de este un refugio donde cultivar la salud mental y nutrir tu mente.
La mayor parte de nuestro tiempo lo pasamos dentro de un espacio construido. Los estudios sobre la mente humana han demostrado que el ambiente en que nos encontramos influye en la manera como nos sentimos, nuestros procesos de pensamiento y nuestras emociones. Por esta razón, el diseño de interiores ha ido tomando cada vez más importancia. En situaciones complejas, como la actual, en la que nos vemos obligados a pasar más tiempo en nuestro espacio de habitación, tomar en cuenta la manera como este está organizado y los elementos que lo componen puede ser determinante para nuestro bienestar. De hecho, lo ideal es pensar en este como un santuario.
Para crear un espacio tipo santuario el diseño interior debe cumplir con ciertos requerimientos que brinden comodidad. Esto puede ir desde calidad lumínica hasta la presencia de la naturaleza. La biofília es la conexión que tenemos los seres humanos con la naturaleza y al replicar o integrar elementos naturales en el interior de los espacios logramos alcanzar un estado de bienestar. Un piso de madera, papel tapiz, una pequeña fuente y la presencia de plantas son algunas prácticas que podemos emplear. Por mínimas que sean, tendrán un impacto considerable en nuestro estado mental.
Por otro lado, es importante tomar en cuenta el aspecto ergonómico. La ergonomía se refiere a la comodidad física del ser humano, pero el concepto engloba mucho más que solamente eso. Entran en juego factores como el confort térmico, el confort olfativo y el confort lumínico. Estos afectan cada uno de nuestros sentidos y definitivamente tienen un impacto sobre nuestra tranquilidad. Para crear un santuario, podemos tomar desde medidas simples a más complejas para alcanzar dicho balance, pero siempre con un mismo fin.
Por supuesto que cuando se trata de un espacio que nos brinde paz, cada elemento que lo compone es generalmente relativo. Los gustos de cada persona varían, pero uno de los factores que siempre tiene relevancia es la presencia de la luz natural. Al tener acceso a iluminación, nuestro ciclo circadiano responde debidamente, segregando hormonas de bienestar. Las vistas nos pueden relajar, como también los cambios de temperatura lumínica que provee el sol. Si no tenemos acceso a la luz natural, podemos replicarla con iluminación artificial, procurando que sea más cálida que fría.
Con la situación actual, optimizar nuestro espacio para convertirlo en un santuario es el principal reto con el que nos estamos enfrentando: siempre se habló de home office y permanecer en casa, pero ahora nos hemos visto prácticamente obligados a adoptar esta modalidad. Esto, sin duda alguna, ha impactado nuestro estado anímico, por lo que es de suma importancia crear un espacio donde podemos relajar nuestra mente. La iluminación y la ergonomía son quizás los dos factores más importantes, pero no podemos obviar la hidratación y la limpieza para nuestra salud en general, más allá del tema de la pandemia.
Nuestro santuario no necesariamente tiene que ser el mismo espacio donde laboramos, pero sin duda alguna, la productividad se impulsa cuando ese efecto de santuario también se logra en un ambiente laboral. Studio Domus ha sido testigo de múltiples casos de éxito cuando se trata de interiores corporativos. Desde un punto de vista de negocios, uno de los factores clave del éxito es la retención del talento humano y tener a las personas en un espacio que las identifique con la marca y les brinde bienestar incrementa los niveles de satisfacción empresarial.
Sin embargo, hoy el reto es que nuestras casas no están optimizadas para ser oficinas. Esto puede resultar en una línea borrosa entre nuestra vida profesional y personal, por lo que debemos adecuar tanto nuestros espacios de trabajo como de relajación, tanto por cuestiones de productividad como de comodidad. Independientemente de cuál pueda ser nuestro pasatiempo favorito, nos enfrentamos a una situación nueva para muchos: estar entre cuatro paredes todo el tiempo.
Busquemos ese espacio perfecto y mantengámoslo sagrado. No podemos permitir que nuestro trabajo o factores de estrés se interpongan. Si nos gusta meditar, leer, practicar yoga o cualquier otra actividad, debemos definir un espacio específico para mindfulness, de la misma manera que asignamos uno para dormir y uno para trabajar. Los componentes quedan a discreción de cada uno, pero la importancia recae siempre en respetar las barreras.
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